Un centenar de abrevaderos prueban que en una granja que hoy se cae a pedazos en Aitona (Segrià) antes vivía un ganado. Ahora son unos 20 temporeros los que habitan este insalubre lugar. Como ellos, cientos de hombres han aterrizado en Lleida y los pueblos de su alrededor en los últimos meses para trabajar en la cosecha de la fruta. Las granjas abandonadas son uno de los cobijos. Otros duermen amontonados en pisos, garajes o, directamente, tendidos en la calle. Hace décadas que las administraciones miran de reojo este drama campaña tras campaña. Pero este año, la pandemia mundial del coronavirus ha extremado la miseria de los temporeros a la par que el miedo a los contagios. Algunos de ellos rehúyen los radares sanitarios de la administración porque temen perder el trabajo. Los cientos que lo buscan no tienen dónde ir ni qué comer, y viven en condiciones más que insalubres. "Nos tratan peor que a los animales, se han olvidado de que somos personas", responde aflijido Toufik, uno de los ocupantes de la granja de Aitona. Y, mientras tanto, los rebrotes en la provincia no dejan de crecer: el Segrià acumula siete de los nueve que vive actualmente Catalunya.
Elisenda Colell, en El Periódico
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