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domingo, 2 de agosto de 2020

COMUNIDADES TRAS EL GOLPE DE ESTADO

      El golpe de Estado de julio de 1936, además de tener consecuencias infaustas de todo tipo, supuso el surgimiento de comunidades diferenciadas en la sociedad civil, tanto en Navarra como en el Estado, a causa de la política depuradora de los sectores sublevados. Una de ellas, la de los afectos y desafectos al régimen franquista. Otra, compuesta por los caídos propios, y por los represaliados.

    En Navarra los golpistas implantaron una dinámica implacable, asentada sobre la disyuntiva amigo/enemigo, propia de ejércitos de ocupación. Recuerda Peter Anderson –¿Amigo o enemigo? Ocupación, colaboración y violencia selectiva en la guerra civil española, Granada, Comares, 2017–, que dividir la población ocupada entre amigos o enemigos fue el principal proceso de los golpistas para controlar y dominar a la sociedad, facilitando "el castigo o la recompensa de forma meticulosamente calculada", siendo "necesario contar con información pormenorizada del pasado de gran parte de la población" que "solo pudo ser recabada gracias a la crucial colaboración de miembros de la sociedad". La distinción entre amigo o enemigo se hizo gracias a "una ingente cantidad de información biográfica que sólo pueden proporcionar los vecinos de los sujetos investigados" (klik egin-ver más)
Ateneo Basilio Lacort (publicado por Nueva Tribuna)

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