Por desgracia los tiempos que vienen no pintan bien en el ámbito económico y social. Largos días de confinamiento que me han permitido leer y reflexionar sobre la situación de mi puebo y que me han traído recuerdos de antaño.
Recuerdo como desde bien pequeña oía en mi casa hablar de Corralizas. En las conversaciones con mi abuelo, mi padre y mis tíos y tías se hablaba de las mejoras introducidas por Corralizas en el pueblo y, como no, de la parcela que todas las familias artajonesas recibían al hacerse socio de la sociedad (en ese momento era el hombre quien pertenecía a la sociedad, “el cabeza de familia”)
Recuerdo como cuando decidí quedarme a vivir en Artajona y con la reforma de la casa bien avanzada fui a la oficina, entonces en los bajos del Ayuntamiento, a preguntar cómo hacerme socia. Mariví, desde la cercanía que le ha caracterizado, me lo explicó con todo detalle y en ese momento me comentó que los tiempos iban cambiando y se podía elegir entre el disfrute de la parcela o el pago de la tasa de basuras.
En ese momento opté por la reducción del importe de las basuras. Ya era socia de Corralizas, sensación que he de confesar me produjo satisfacción y orgullo por el carácter y papel social que la sociedad había desarrollado desde su constitución.
Al poco de estrenarme como socia mi padre se presentó para ser una de las personas que estaban en la junta. Recuerdo como durante los años que estuvo, con ganas y dedicación representó este cargo.
Releyendo lo relativo a la sociedad, en las obras completas de Jimeno Jurío, supe que mi abuelo Celso, hizo una petición en representación de la Agrupación Vasca de Campesinos navarros (hacia 1930). Pedía tierras para plantar árboles frutales para ayudar a las familias necesitadas. Esta solicitud le fue concedida argumentándose que: “Su petición encajaba con los fines de la sociedad, consistente en lograr el mayor bienestar posible del vecindario”
En estos momentos de dificultad sanitaria, social y económica decido seguir los pasos de mi familia y solicitar a la Sociedad de Corralizas, que vuelva a hacer retomar esa labor, de ayude a las familias artajonesas que estén pasando por dificultades.
“La misión original concebida para la Sociedad por los artajoneses creadores de la institución fue servir al pueblo y especialmente, a los más precisados de ayuda, según se repite incesantemente en los documentos” (Historia de la Sociedad de Corralizas y Electra De Artajona, José Mª Jimeno Jurío. Capítulo III, 7. Ayudas y beneficiencia)
Creo que las posibilidades de adecuarnos a esta situación y de apoyar a las familias socias en estos tiempos pueden ser diversas y cito algunas, entre otras muchas que se podrían llegar a establecer: colaborar con el Servicio Social de Base para conocer la situación de las familias artajonesas y determinar cómo y en qué puede contribuir la sociedad, subvencionar a familias que hayan visto mermados sus ingresos a causa del Covid-19, poner una cuota a familias que se queden sin ingresos , complementar con un sistema de becas a las familias que tengan dificultades para que sus hijos e hijas puedan iniciar o completar su formación, colaborar con la Residencia por si fuera necesario hacer alguna aportación a esta entidad…..
A las mencionadas medidas habría otras que las podrían mejorar, implementar o sustituir, medidas que de forma progresiva se podrían ir incorporando siempre desde ese carácter social y repito lo citado en los años 30: “Su petición encajaba con los fines de la sociedad, consistente en lograr el mayor bienestar posible del vecindario”
Espero que la actual Junta de la Sociedad de Corralizas tome a bien esta sugerencia y abra un periodo de reflexión y análisis en el que teniendo presentes sus orígenes, en que alivió a las familias necesitadas de nuestro pueblo, ahora se adecue a esta nueva situación para actuar de forma similar.
Atentamente
Maite Jurio Vidarte, socia de la Sociedad de Corralizas de Artajona
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