Supongamos que la propuesta sale adelante. En ese caso, los doce serían elegidos por mayoría simple; esto es, por el Gobierno y sus aliados parlamentarios. Es una vergüenza, desde luego, pero un apaño institucional así puede alegar en su favor uno de los atributos del control democrático: la periodicidad. Dado que cada cinco años habría de renovarse, nos encontraríamos con un gobierno de los jueces elegido por el Gobierno de turno. En la cúpula administrativa del Poder Judicial habría, por lo menos, turnismo, de acuerdo a lo que decidamos los electores. Nivel de vergüenza: 2.
Supongamos que no sale adelante y que nos mantenemos en lo de ahora. Lo de ahora ni siquiera es turnismo. Lo de ahora es una perversión que opera, de hecho, como un procedimiento que permite al PP y a la derecha controlar prácticamente siempre el Poder Judicial. (klik egin-ver más)
Jorge Urdánoz, Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad Pública de Navarra
No hay comentarios:
Publicar un comentario