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lunes, 14 de diciembre de 2020

ALTSASU DE VERDAD


Una manada de buitres otea los valles de la Sakana esperando la carroña. Alguien arroja una res muerta desde el barranco y las aves acuden al banquete. Con estas imágenes comienza la serie Altsasu, estrenada en ETB1. Podría ser un recurso estético para mostrar la conmovedora belleza de la comarca; pero es la metáfora de lo que en aquel pueblo ocurrió tras una pelea tabernaria el 16 de octubre de 2016. Partidos, tribunales, policías y medios –"rentistas del drama y de la muerte", en palabras recientes de Bernard-Henry Lévy–se abalanzaron sobre aquel suceso y lo desquiciaron para saldar no sé qué frustraciones de malos perdedores del relato de una época violenta en Euskalherria felizmente concluida cinco años antes.

Altsasu es, pues, una historia de carroñerismo político, judicial y mediático que tuvo como víctima a un pueblo entero, entre el que escogieron a ocho jóvenes cuya culpa no sobrepasaba su radicalidad ideológica y la ingesta alcohólica de un mal fin de semana. ETB se ha esmerado con una excelente ficción producida por Baleuko y dirigida por Asier Urbieta, en la que también ha colaborado TV3. Como no es un documental, los hechos no pretenden ser exactos, pero sí verídicos, como en la irlandesa En el nombre del padre, avalando el sufrimiento de quienes fueron juzgados sin imparcialidad y condenados salvajemente por terrorismo.

El primer capítulo despliega un gran elenco artístico, pero deja irresuelto el desarrollo de la trifulca, peca de imagen oscura y falla en la figuración de los guardias civiles con uniformes imprecisos. El relato certifica honestamente lo que ya está en el imaginario colectivo: en Altsasu alguien se vengó a destiempo de una comunidad inasimilable y tomó a Aitor, Ander, Eki, Gorka, Haritz, Jonmi, Naiara y Urko como rehenes. ETB, cumpliendo su misión pública, ha salido a su rescate.

José Ramón Blázquez, en Grupo Noticias

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