En noviembre las tensiones étnicas persistentes en Etiopía terminaron por desbordarse en un episodio bélico de resolución engañosamente rápida. Los rebeldes del Frente de Liberación del Pueblo del Tigré culminaron una campaña de escaramuzas y hostigamientos menores con el asalto al principal cuartel del ejército federal en la región.
La respuesta del gobierno central fue contundente. En una campaña de apenas tres semanas, con apoyo aéreo y sin contemplaciones, las fuerzas federales conquistaron Mekelle, la capital del Tigré, y sofocaron la revuelta. La paz se ha ahogado en sangre. Un millón de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares y decenas de miles se han refugiado en el vecino Sudán. Una agencia de la ONU ha advertido del intento de limpieza étnica y se han registrado denuncias de violaciones de derechos humanos en las zonas de hostilidades (klik egin-ver más)
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