Lo peor que podríamos hacer es minimizar la gravedad de lo ocurrido. La escisión es honda y la burda y dramática estridencia de este episodio constituye un antídoto para atajar el problema, si es posible aún hacerlo teniendo en cuenta que han fallado estrepitosamente los mecanismos de prevención previa. La extrema derecha norteamericana ha llegado a tensar tanto la cuerda que la ha terminado por romper y los lamentables sucesos del Capitolio marcarán un antes y un después que puede tener su recorrido también en otros lugares. En concreto, en la política española, en donde la simplificación de los problemas, las filias y fobias y los prejuicios previos deforman muchas veces los debates y los conflictos hasta hacerlos irreconocibles. (klik egin-ver más)
Alberto Surio, en El Diario Vasco
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