Por dondequiera que se conduzca en Nueva Caledonia, ya sea una pista del norte o una carretera larga que lleva a la capital, Numea, si se ve a alguien andando por el arcén, casi seguro será una persona kanak (1). “Estamos en un país en el que los kanak continúan al borde del camino”, resume el sociólogo Jone Passa, autor de varios estudios sobre la sociedad kanak. Casi 170 años después de que Francia tomara posesión del territorio y más de 40 años después de la aparición de la reivindicación independentista, los kanak continúan en gran medida al margen de la sociedad neocaledonia.
Los Acuerdos de Matignon-Oudinot, firmados en 1988 para acabar con los “Acontecimientos” (término que designa una década de prácticamente guerra civil entre quienes estaban a favor y en contra de la independencia) y después del Acuerdo de Numea, firmado diez años más tarde, deberían devolver al pueblo originario del archipiélago un lugar central, tanto desde el punto de vista económico como cultural. Estos acuerdos llevaron a un tercer referéndum sobre la independencia celebrado el 12 de diciembre de 2021. Los partidarios del “no” a la independencia, los “pro-Francia”, obtuvieron el 96,5% de los votos. Sin embargo, esto puede parecer una farsa puesto que el escrutinio se celebró sin los independentistas y se abstuvo más de un votante de cada dos (klik egin-ver más)
Benoît Godin, en Mundo
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