El relato era el de una mayoría silenciosa que se veía aplastada por una minoría que controlaba las instituciones de autogobierno, y que había vertido el país a una declaración de independencia. Y que por eso Mariano Rajoy se veía obligado a convocar elecciones, para "devolver la voz" a los ciudadanos y escoger un gobierno que cambiara radicalmente el rumbo. Y el presidente español las convocó acelerando al máximo los plazos. Pero había un problema de base: el punto de partida era equivocado.
Y los resultados han sido los que han sido. La victoria de Inés Arrimadas es estéril. A pesar de que la candidata naranja proclame que la mayoría del país ha expresado voluntad de cambio en las urnas, y que Rajoy la tenga a ella como interlocutora después del 21-D, la realidad es que no puede conformar ningún tipo de "mayoría alternativa al independentismo". La única alianza posible es la independentista. Desde Cs culpan a la ley electoral "injusta", pero la realidad es que con circunscripción única perdería dos escaños y tampoco le acabarían de salir los números. (klik egin-ver más)
Nicolás Tomás, en elnacional.cat
No hay comentarios:
Publicar un comentario