Pocas cosas son tan traicioneras como la falsa creencia en que uno es más poderoso de lo que realmente es. Los editores de prensa deben conocer bien esa sensación.
Hace unas semanas, un grupo de directivos de periódicos viajó a Estados Unidos para observar lo que se mueve en las sedes de Facebook y Google; y en alguna que otra redacción. La expedición eligió como destino un país en el que Donald Trump ganó las elecciones con una gran parte de los medios de comunicación en su contra. Es decir, un lugar en el que se certificó que las empresas periodísticas tienen actualmente una menor influencia sobre la opinión pública que algunos de sus nuevos competidores. Sus responsables son conscientes de esta circunstancia o, al menos, la intuyen. Como en ocasiones precedentes, reconocerán demasiado tarde que tienen un grave problema. (klik egin-ver más)
Rubén Arranz, en vozpupuli.com
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