Yo no tengo ninguna duda de que Pardines fuera la primera víctima de ETA, y entiendo, faltaría más, su condición de tal en lo personal, lo que atañe a su familia y entorno. Ojalá no hubiera muerto, ni él ni nadie. Pero tengo mis dudas en lo político y sobre todo en lo histórico. ¿De verdad que el asesinato de un agente armado al servicio de una dictadura como la franquista tiene el mismo significado histórico o socio-político que el de uno de la democracia? Porque claro, si esa es la tesis principal del libro con el fin de descalificar la historia de ETA desde sus inicios no queda otra que deducir que el autor descalifica por extensión a cualquier grupo armado que en su momento tomó las armas contra un régimen como el de Franco, pongamos que la Resistencia francesa contra los nazis, el FLN argelino contra el poder colonial gabacho, los barbudos de Sierra Maestra, los guerrilleros españoles durante la Guerra de Independencia contra en francés y así a lo largo de la Historia casi que ad eternum. (klik egin-ver más)
Txema Arinas, en su página de Facebook
Los que blanquean el franquismo, como tú dices, niegan un hecho fundamental: la violencia no nació en ETA, esta respondió a la violencia institucional e institucionalizada de la última dictadura militar fascista de Europa. ETA, es verdad, nació con la idea de conseguir una Euskadi socialista, independiente y reunificada, pero también para acabar con la dictadura franquista. Los acólitos de un régimen muerto hace 40 años siguen negando, como tú dices, el derecho a la defensa de esa violencia dictatorial. Y más de uno ya desearía tener la capacidad intelectual de Txabi Etxebarrieta, y recuerdo que este murió con solo 23 años. Dicho todo esto, sin defender ningún tipo de violencia
ResponderEliminarLa lógica militar de ETA tenía que acabar en muertes, tanto propias como ajenas. Lo mismo que la de la Guardia Civil, siempre al servicio no del poder establecido, porque bien que se encargó de defender a los terratenientes en contra de las leyes agrarias de la República, sino de las clases dominantes. Y por supuesto, en el franquismo al servicio de la represión, lo mismo contra los maquis que contra ETA que contra cualquier demócrata no adicto al régimen. Lo que Domínguez y Soldevilla se niegan a recordar es que la detención en aquel control de Aduna les hubiese supuesto a Etxebarrieta y Sarasketa pasar en primer término por la comisaría de la Guardia Civil del Paseo Zumalakarregi de Donostia, donde el sargento López, tristemente célebre en aquella época, y Losada, acostumbraban a maltratar y torturar a los detenidos políticos, tuviesen o no relación con ETA.
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