Me resulta ya muy difícil permanecer callado acerca de los últimos acontecimientos que se suceden en Nicaragua. Por prudencia y por no “defraudar” a ciertas izquierdas me he limitado a pronunciarme en círculos muy cercanos. Pero siento que es hora de hacerlo públicamente. Para mí, es doloroso reconocer la deriva autoritaria de Daniel Ortega y su gobierno. No en vano, me vinculé a la solidaridad con la revolución sandinista a finales de los setenta, he viajado a ese país del que me siento parte, no menos de 25 veces, llegando a vivir y trabajar un tiempo como periodista, y me siento sandinista intelectual y sentimentalmente.
De modo que, al menos últimamente, yo también he sido partícipe de un comportamiento de la izquierda que consiste en callar, silenciar y dar la espalda a realidades que no nos gusta criticar porque entendemos, erróneamente, que al hacerlo perjudicamos a nuestra causa. Al contrario, deberíamos ser partícipes de ese principio ético de que la verdad es siempre revolucionaria. Realmente, lo que nos hace daño es tapar y justificar actuaciones de la izquierda que deben ser criticadas por otras izquierdas. Desde una posición sana, deberíamos interesarnos en esclarecer la verdad, para fortalecernos política y moralmente. (klik egin-ver más)
Iosu Perales, en confidencial.com
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