En los mismos días en que en el Mundial de fútbol recientemente comenzado se estrena un nuevo sistema, el VAR, que permite que los errores arbitrales más graves se corrijan en el acto, todavía en 2018 continúa el mismo sonrojante baile de cifras para medir la asistencia a manifestaciones, que con las tecnologías hoy existentes se podría cifrar, si se desease, con un margen muy escaso de error. El Diario de Noticias ha empleado un método objetivo de recuento, basado en mediciones concretas, para las dos últimas grandes concentraciones producidas en Iruña. La manifestación contra el euskera del 2 de junio y la de ayer en demanda de justicia en el caso Alsasua. Datos que corroboran lo que cualquiera que se moleste en observar fotografías y videos de ambas puede dar por evidente. Que la primera cabría seis o siete veces en la de ayer, en la que según la estimación forzosamente aproximada del periódico, pudieron participar 62.728 personas. Guillermo Nagore califica en Twitter como muy triste que el funcionario de la Policía Nacional que dio en ambos casos la cifra de 30.000 asistentes cobre un sueldo público. Pero a mí me duele mucho más que la Policía Municipal de Pamplona, cuyos supuestos cálculos mucha gente acostumbra instintivamente a interpretar por su procedencia como ponderados, caiga en desviaciones menos exageradas pero igualmente grotescas a la vista de la evidencia. Dicen que el responsable de la cuantificación es siempre el mismo.
"El mismo" que contó cada persona que participó en la contraria al euskera casi como dos y al que ayer cada dos le parecían una.
Praxku
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