José Luis Arasti, nuevo delegado del Gobierno en Nafarroa, se ve metido en aprietos por las maniobras de una Policía dirigida por un comisario favorecido por Fernández Díaz, bajo cuyo liderazgo medran grupúsculos reaccionarios. Buscan hacer de Arasti un títere, algo que ya lograron con Carmen Alba.
La excusa ha sido la demanda de justicia para Germán Rodriguez y los heridos de aquellos sanfermines de 1978. La Policía española intenta forzar un procedimiento contra los que pusieron en fachadas y balcones pancartas denunciando que la cargas de los grises de aquel año, en las que murió Rodríguez y hubo 11 heridos de bala, fueron un crimen de Estado.
El atestado policial es pura filfa. No hay caso o, al menos, resulta dudoso que un juez se avenga a abrir diligencias, según las fuentes consultadas por este periódico. Por eso la Policía no ha remitido las indagaciones a ningún juez. Frente a ello, optó por vestir de gravedad al caso llamando a los propietarios de los pisos a declarar a Chinchilla. Todos dijeron que no. Finalmente, una pareja aceptó después de que los policías insistieran por teléfono de que solo les llamaban «en calidad de testigos».
Aritz Intxusta, en GARA
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