
No hay apenas nadie que se pare mínimamente a pensar que estas subvenciones son consecuencia de una política injusta de alejamiento, mediante la cual se impone un castigo arbitrario adicional a los familiares del preso, una política más allá del límite del Estado de Derecho.
El sufrimiento tiene más de una orilla en nuestro pueblo. Sabemos que no existe mayor vulneración de derechos humanos que la de los que atentan contra la vida humana. Pero existen otro tipo de transgresiones. Porque a nadie se puede privar del conjunto de sus derechos y ninguna sentencia lo puede hacer en un país civilizado. Y mucho menos a toda su familia y a todo su entorno social. Lo contrario es una política de venganza y de culpabilización colectiva. Del PP ya lo esperábamos. El PSE sabrá hasta dónde quiere llegar en su escenificación para ganar imagen de autoridad en España yendo por el camino contrario al de la transversalidad, el reconocimiento mutuo del dolor y la reconciliación en Euskal Herria.
Praxku