Lo que pasa en Podemos Ahal Dugu o las variantes epistemológicas del mismo, solo lo saben unos cuantos. Y dudo mucho que lo tengan claro. Dudo que no estén atenazados, mediatizados y contaminados por las contradicciones de su pensamiento, palabra, obra y omisión. Y dudo que sus actos respondan, más que a una estrategia, a una necesidad imperiosa de sangrarse a sí mismos. La psicopatología del poder y el control emocional del mismo es un mundo extraño y ajeno a la verdad. De lo que no dudo es que entre todos ellos y ellas serían incapaces de convencer al 0,0008 de su electorado o al 0,00000000001 del resto de la población acerca de la bondad y equidad empírica de sus actos y decisiones. Bueno, quizás ellos y ellas mismas se entiendan a sí mismos con su mismidad. Esta decisión, la de expulsar a tus antiguos colegas, se puede prestar a múltiples lecturas: políticas, patológicas, personales, psicomentales, clínicas, sociales y hasta religiosas. ¿Por qué no? Y quizás hasta se pueda hacer una tesis política con ella. Pero entender de verdad, lo que se dice entender de verdad, ya les digo que no. No lo de la expulsión, sino todas las vendettas habidas en el seno de esta formación que quiso ser ejemplo de algo y ha resultado ser el paradigma de lo misterioso. Quizás la dirección actual o los expulsados o quienes quieran poner aquí por sujetos políticos, entiendan algo y con ello hayan satisfecho sus egos políticos, o sus obligaciones ético terapéuticas, o sus contratos consigo mismo o sus misiones para con el alma de esa izquierda necesaria pero nunca a este precio de saldo. Así que entender, lo que se dice entender, esta u otras decisiones, ya les digo que no. Por mucho crédito y oreja empática que pongamos en ello.
Qué queda de toda esta ciénaga que les pueda hacer reflexionar a estos actores políticos, detractores, inmoladas, verdugos o víctimas autoreferenciadas; pues nada. De lo contrario se habría actuado de otra manera. Por muchas explicaciones que se den. Porque a veces el silencio es el mejor aliado para el estremecimiento. Más les digo, es más fácil entender a la gente normal y corriente, esa a la que esta gente apeló en su día, que estos combates a cara de perro en plan narcoideológico, este enconamiento, estos desaires en un grupo político que fue llamado a conquistar los cielos pero que ha acabado en la antesala del infierno. Y sí, sigue siendo necesaria una izquierda radical, atrevida y solvente; alejada de la moral terapéutica que ha presidido a muchas izquierdas, una izquierda atrevida. Claro que sí. No me pregunten cómo se logra eso, pregúntenme cómo no se logra. Zorionak eta urte berri on
Paco Roda, en su página de Facebook