Pasan los años y ahí sigue, en pleno centro de Pamplona, visible prácticamente desde todos los ángulos de la ciudad. Ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo el monumento de “Navarra a sus muertos en la Cruzada”, una agresiva e insolente construcción que alberga los esqueletos de insignes pertenecientes al bando vencedor de la guerra civil. Entre ellos dos fascistas first class: Emilio Mola Vidal y José Sanjurjo Sacanell, dos golpistas vocacionales con vidas paralelas. Africanistas, profesionales de la sublevación y la crueldad, grandes ambiciosos, con dotes de liderazgo y organización, y adictos al placer que proporciona la potestad de mandar y ser obedecidos. Mola nació en Cuba y Sanjurjo en Pamplona, pero su primer destino como teniente fue Cuba. Pelín gafes ambos, eso sí, porque los dos la liaron parda y a los dos acabó saliéndoles el tiro por la culata. (klik egin-ver más)
Juan Tortosa, en Público