
Pero debido a este éxito, los profesionales del sector deben resolver la cuadratura del círculo: ¿dónde encontrar el personal necesario en un país con una tasa de paro históricamente baja (3,6%) y cuyo primer ministro, Viktor Orban, rechaza cualquier tipo de inmigración, lo que dificulta la contratación de trabajadores temporales extranjeros?
«Resulta imposible encontrar un jardinero, un camarero o un jefe de cocina», se queja Balazs Banlaki, el propietario del Kali-Kapocs, restaurante ubicado en las pintorescas colinas de Mindszentkalla, que bordean el norte del lago. En este establecimiento de tamaño medio, abierto solo en verano y que normalmente necesita una decena de empleados para funcionar, el jefe tiene que hacer de todo. «Cada nueva temporada pasamos una mano de pintura pero, incluso para este tipo de trabajo, soy yo quien coge la brocha», comenta Banlaki a AFP. (klik egin-ver más)
Céza Molnar (publicado en GARA)