
El día de ayer era especialmente desapacible para estar a las puertas de un recinto de invernaderos, al orillo de la carretera. La niebla era cerrada y no levantó en todo el día. El termómetro electrónico situado en el acceso a Huerta de Peralta no subió de los cuatro grados. Ocasionalmente lloviznaba y cada vez había más barro. Pero los trabajadores en huelga tenían claro que tenían que estar allí. Y allí estuvieron, acompañados de miembros de LAB. Un vaso de té y un pastelillo servían para templar el cuerpo. Coreaban consignas a favor de la huelga y protestaban cuando un camión quería acceder a la empresa. El conductor de uno de ellos optó por continuar su camino, lo que fue celebrado con aplausos por los huelguistas. Era una pequeña victoria.
Una de las principales reivindicaciones de los huelguistas es la readmisión de cuatro compañeros despedidos. Houssine Yagoubi, delegado de LAB, explicó que los despidos responden a una actitud vengativa de la empresa después de que los trabajadores se hayan organizado sindicalmente en defensa de sus derechos. Las pancartas están escritas en castellano, euskara y árabe, ya que la mayoría de los huelguistas son inmigrantes. Yagoubi destaca la importancia de que la lucha sindical llegue también a este colectivo de trabajadores.
Jornadas de hasta doce horas durante semanas seguidas, incluidos los festivos, era una práctica habitual en esta empresa, según el delegado, que también relata a GARA problemas con las vacaciones, las bajas o los contratos.
Uno de estos trabajadores despedidos en Huerta de Peralta, H. Abdessalam, explica que la empresa le puso un vigilante mientra estaba de baja. Le vieron recoger una sandía en su huerto junto a su familia y matar un cordero para la fiesta de Eid al-Adha, algo permitido por el médico. Sin embargo, fue la excusa para ser despedido sin indemnización. «Llevaba siete años en la empresa», dice. Está a la espera del juicio.
Hoy trasladarán la huelga hasta Iruñea, con una kalejira hasta la sede de UAGN.
Martxelo Díaz, en GARA