
Ayer despidieron a la clientela, al pie del cañón, como lo han hecho a lo largo de esta larga etapa en la que Cristina Gracia y Ventura Tomé, con la ayuda de sus hijos Borja y Leire y toda su familia, han sorteado los duros vaivenes que acarrea posicionarse al lado de las utopías.
Ayer, en puertas de la jubilación y con la salud mermada, quisieron agasajar a toda su parroquia con una barra libre y cientos de pintxos para decir adiós a un ciclo profesional brindando con la gente que quieren.
El Pasadizo abrirá de nuevo sus puertas el 20 de noviembre con otra gerencia.
La Voz de la Merindad