
Huarte y Compañía, constructora de Félix Huarte, se unió en 1952 a las obras de construcción del Valle de los Caídos, valiéndose de las privilegiadas condiciones que el franquismo otorgó a los grandes empresarios que se enriquecieron con la construcción del gigantesco mausoleo. Miles de presos republicanos trabajaron allí en condiciones de semiesclavismo. Según testimonios directos, raro era el día en el que no moría algún o algunos presos, víctimas del hambre y de los accidentes.