
Llegaron las elecciones, accidentadas, en dos tandas, pero llegaron, y en manos estuvo de Pedro Sánchez, tras cada tanda, la posibilidad de llevar a la práctica lo que tanto había prometido, la expulsión del PP del Gobierno. Sólo que no con sus solas fuerzas, tenía que aliarse con Podemos, algo que no podía tolerar el maquiavélico viejo tándem: antes de nuevo un Gobierno de Rajoy que apoyarse en y dar alas al potente rival que le había surgido por la izquierda. Inexperto Sánchez en la lid política diaria, lo enredaron para intentar conciliar una alianza a tres, Ciudadanos-PSOE-Podemos, y para que acordase priorizar los acuerdos con el ala derecha del hipotético trío: así le forzaron a aquella chapuza de querer hacer firmar a Podemos algo previa y alevosamente pactado con Ciudadanos. Inviable, como bien sabía el viejo tándem. Aún parecía empeñarse Sánchez en oponerse a la investidura de Rajoy, lo que hubiera supuesto una tercera tanda electoral, y lo que llevaría al sibilino tándem a diseñar la operación defenestración-reelección/de/líder-reanimación/militante. ¡Y hete ahí un PSOE regenerado! Con un líder enardecedor de sus bases pero tan bisoño como crecido.
PSOE regenerado con un líder ya domado. Ya ha renunciado Sánchez a desbancar al PP, ya se ha sumado a Rajoy en el más rancio de los nacionalismos españoles, en la más ruin operación contra el Estado de las autonomías y el sentido de la democracia, ya se ha envainado la engañifa de su supuesta alternativa federalista. Cualquiera diría, sí, que fue una genial operación de aquel maquiavélico tándem. En cualquier caso, regeneración degenerada.
Bixente Serrano Izko, en Diario de Noticias