Geroa Bai va a celebrar el próximo viernes día 13 unas elecciones con la sobriedad informativa natural de un acto interno que no va a decidir más que tres de los once miembros de su Comisión Permanente y cinco de las varias decenas de integrantes de su Consejo General. Sin embargo, este acto, inscrito en el contexto de renovación de las bases organizativas de la coalición, tiene una notable importancia simbólica, puesto que será la primera vez que toda la afiliación, la de EAJ-PNV, Atarrabia Taldea, Zabaltzen y adscritos, reunida en un censo común, elige a la vez a una representación.
Quienes militamos en Zabaltzen quisimos recoger al iniciar el trayecto de nuestra asociación el espíritu y la estructura de aquella asamblea de independientes, que en octubre de 2010 se estrelló en Artika con la intransigencia de los partidos de Nafarroa Bai en nuestro intento de potenciar lo que entonces llamábamos “nabaigunes” como espacios de cultura compartida y de base de un movimiento formado tanto por personas afiliadas a partidos como por independientes, que trascendiese los límites de una coalición convencional, ante la evidencia de que la pujanza social de la marca conjunta estaba por encima de la suma de las aportaciones de los partidos.
Hoy podemos comprobar con satisfacción cómo las nuevas bases de Geroa Bai recogen de manera sustancial aquel espíritu nabaizale. De manera que todos aquellos independientes sin partido, y otros y otras que llegaron después, tienen un puesto, con sus derechos y obligaciones, con voz y con voto, dentro de un proyecto político que aspiraba a cambiar Navarra y que en buena manera ya ha demostrado que tal objetivo no era imposible.
Pero con eso no nos podemos conformar. Geroa Bai tiene en la implantación territorial uno de sus puntos problemáticos respecto a otros espacios políticos. Ello obedece a causas de diversa índole, y algunas de ellas complejas y arduas de resolver. Pero una de nuestras labores más urgentes es determinar cuáles de esas razones pueden estar relacionadas con una escasa tensión en mantener aquel rumbo fundacional que entendía a los herrigunes y a las comisiones sectoriales como talleres de actividad política en interacción permanente con los demás órganos, en la elaboración, en la definición y en la aplicación de nuestra política. Y deberíamos ser capaces de ir analizando conjuntamente y con rigor el impacto de inercias, a veces personales, a veces de los partidos, o que incluso en ocasiones podrían ser atribuibles a quienes no somos partido, que empujan a relaciones de impermeabilidad política y organizativa entre los geroabaikides, en las que la cúpula de cada organización interpreta por delegación y de forma global sus criterios.
Si las elecciones internas del 13 de diciembre alcanzan un alto índice de participación, estaremos ante un síntoma de vitalidad potencial de Geroa Bai. Pero no estaremos más allá que en el punto de partida para una oportunidad, la de conseguir que herrigunes y los grupos de trabajo vayan siendo nuestro principal nervio dinamizador. Eso será posible en la medida en la que el compromiso personal real de todos sus valedores sea dual, para su organización de adscripción más inmediata y para el conjunto de Geroa Bai y de su misión estratégica al servicio de la sociedad navarra.
Praxku