
Con dos refuerzos en su formación, al bajo (Iñaki) y a los teclados (Amaya), que se adaptaron a la perfección a la música pero sobre todo al espíritu del grupo que pasaba sus horas en el music-hall, Montxeras y compañía desgranaron todas y cada una de las canciones que a ellos les hicieron todo lo grande que puede ser un grupo de Puiu, y a nosotros todo lo felices que nos puede hacer cualquier grupo del mundo. (no creo que sería capaz de cantar con Piku todas las canciones de ningún otro grupo en un concierto como lo hicimos ayer, joder es que fue mítica hasta la cena en el txalé, por supuesto que no faltó el lomo).