
Lo que ocurrió por la tarde en Bilbao, nada sorprendente por cierto, le jugó una mala pasada a Egibar. Los riesgos de trabajar políticamente con el MLNV no se limitan a la cuestión de la existencia o no de la violencia. Hay un foso entre su cultura política y la del resto que no va a desaparecer tal cual. He leído hoy lamentarse a Aintzane Ezenarro en una entrevista de la ausencia del PNV de la Declaración de Gernika, poco entendible a su juicio en quien formó parte del Pacto de Lizarra. Precisamente haber estado en Lizarra es lo que explica que ande con cuidado el PNV y deberían de andar otros, incluido Egibar, para deslindar lo que es la solidaridad por los derechos civiles y políticos y la colaboración política.
Navarra no está al margen de todos estos movimientos, por supuesto. Decía Urizar ayer que Nafarroa Bai debe de estar abierto a Batasuna también. Desde ya. Que lo vaya a explicar a Olazagutía o a los que en su día se manifestaron en Doneztebe contra la quema del Bordatxo.
Me preguntaba en un reciente artículo cuál podría ser la contraprestación para que el PNV hubiera dado ese viraje visualizado en el pacto de Navarra con Aralar y posteriormente en el comunicado "abierto e irreversible" que en nombre de tres partidos pero sin firma depositaron en una mesa antes de la asamblea de Artika. No sé si el "Batu gaitezen" nos explica poco o mucho al respecto. Lo que sí es inevitable la sensación de que parte de la partida, y no la accesoria, la están disputando algunos desde fuera de Navarra.
Praxku