
El último paso de la estrategia bipartita es la recogida de firmas a favor de su acuerdo. Iniciativa perfectamente legítima, faltaría más, como cualquier otra. Tan legítimo como plantearse si no sería mejor invertir esas energías en favor de la apertura de la discusión, en el acercamiento de posturas y en la rehabilitación de la mutua confianza política que en la consolidación de las posiciones de fuerza. Posiciones que descansan en buena manera en el comprometido cálculo basado en el convencimiento de que lo que queda fuera de ese acuerdo a dos es de escaso peso y muy difícilmente articulable. (klik egin-ver más)
Praxku