Cuando en la primavera del 80 decidimos dar por cerrada la experiencia de Usoz e iniciar la de Lakabe hicimos un llamamiento abierto: el 21 de mayo en Lakabe. Nos juntamos 14 personas, en verano llegamos a 45/50 adultas y algunos niños: definir el proyecto nos costó tres años: la iniciativa inicial era la de reconstruir, tanto física como humana y relacionalmente, un pueblo alternativo. Pero lo de “alternativo” es muy ambiguo, hace más hincapié en lo que no se quiere, algo que es muy habitual en todo grupo que se quiere diferente y que se define anti (militarista, capitalista...), pero lo valioso son las afirmaciones. Fueron tres años un tanto caóticos y, por eso mismo, muy ricos. Pero las personas y los grupos tenemos necesidad de definirnos, crear un marco o una estructura que lo contenga, que plasme lo que se quiere para empezar a realizarlo. Toda definición supone un grado de exclusión que siempre es conflictivo, pero es muy rico, también doloroso. Obliga a romper con gentes con las que se ha recorrido un camino, a las que aprecias y quieres. Acabas por aceptar que la vida es rular, que el cambio y los desencuentros son la manera natural de que la creación continúe y de que los entornos se renueven. Pero siempre hemos tratado de apoyar, en la medida de nuestras posibilidades, a las personas que han ido abandonando el proyecto. (klik egin-ver más)
Fuente: Libre Pensamiento nº 60