
No obstante, no se trata de la primera vez que el fútbol profesional deja de cumplir con sus obligaciones fiscales. “En la primera ocasión, la deuda fue absorbida por el Estado; y en la siguiente, dio lugar al nacimiento de las Sociedades Anónimas Deportivas, con objeto de profesionalizar la gestión y que el único objetivo no fuera conseguir los máximos éxitos deportivos, sino que se responsabilizaran de los resultados económicos, y que éstos fueran viables”, afirma José María Mollinedo. Casi 20 años después de aquella ley, con excepción de Real Madrid, Barcelona, Athletic de Bilbao y Osasuna, todos los clubes del fútbol profesional son sociedades anónimas, aunque su supuesta responsabilidad social haya servido de coartada para que, de forma permanente, hayan recurrido a ayudas institucionales que solventaran los efectos de una mala gestión. (klik egin-ver más) Diagonal