El anuncio de Aralar de proponer a Patxi Zabaleta como candidato de NaBai para encabezar la lista del Parlamento navarro ha sido acogido con igual discurso por la derecha y la izquierda. Del “Diario de Navarra” al “Gara” el movimiento se interpreta “apresurado” y, sobre todo, como una maniobra para cortar las alas a la candidata mejor valorada en las encuestas, la diputada y concejala de Iruña Uxue Barkos.
La decisión de Aralar es temprana en el tiempo, falta todavía mucho por discutir y consensuar sobre cómo será la nueva NaBai que se presente, o no, a las próximas elecciones forales y municipales. El movimiento, por tanto, denota el nerviosismo crónico del que juega al mus a golpe de órdagos. Al final, siempre repite la misma jugada y, aunque gana alguna batalla, pierde la guerra.
Es verdad que el pacto alcanzado por Aralar y EA auto asigna a la formación de Zabaleta la elección del candidato al Parlamento foral, como también es cierto que este acuerdo, de momento, no ha sido ratificado por el resto de los socios. Y que, incluso, las bases de EA en Navarra han ligado su legitimidad a que se sumen Batzarre, PNV y los no adscritos.
La maniobra de Aralar no se entiende bien a pie de calle, donde la única candidata, hoy por hoy, para medirse con dignidad a Yolanda Barcina es la diputada Barkos. Sólo así la NaBai que hemos conocido, no otra reducida o coja, podrá ser la primera fuerza política en Nafarroa. Idea que, por primera vez en la historia, hace temblar a la derechona, dispuesta a experimentar alianzas forzosas como la que han propuesto CDN y PP. El que suma, gana. El que resta, lo paga.
Beltrán Gárriz