
Bajo el discurso del respeto a la ley y el orden constitucional, se ha puesto en evidencia que en el ADN del Estado (de la nación española) los rasgos de autoritarismo e intolerancia son hereditarios. Desde que comenzaron las despedidas con el “a por ellos” y el subsiguiente aporreamiento de votantes o se decretó barra libre para dictar prisiones provisionales, podía intuirse que la versión unplugged del nacionalismo español iba a servir para relegar los asuntos de corrupción al baúl de los recuerdos de Karina. Si aportan, como anticipan las balconadas rojigualdas, una mayoría al PP y Ciudadanos en las próximas Cortes, puede asegurarse que, con semejante tapadera, tendremos conflicto catalán para rato. (klik egin-ver más)
Iñigo Bullain, en DEIA