Mikel Zabalza fue llevado vivo al cuartel de Intxaurrondo el 26 de noviembre de 1985 y apareció muerto 19 días después. Tenía 32 años, era el mayor de nueve hermanos y trabajaba como conductor de autobús en Donostia. El cadáver fue encontrado con las manos esposadas a la espalda en un tramo del río Bidasoa que ya había sido revisado con anterioridad, y las manifestaciones de protesta congregaron a miles de personas. Su familia ha sufrido desde entonces la triple condena de su muerte, una versión oficial que no tiene ningún asidero con la racionalidad y un proceso judicial insuficiente e inconcluso. Más de 30 años después, ahora sienten el alivio de que el Gobierno vasco ha atendido su petición y ha reconocido a Mikel Zabalza como víctima de violación de derechos humanos. (klik egin-ver más)
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