
Javier Ortiz, poco sospechoso de nacionalista, escribió este artículo en la primavera de 1998, varios meses antes de la tregua de ETA, en tiempos duros de aznarismo y de apogeo del espíritu de Ermua. El era un pensador contra-corriente como muy bien se le ha definido en estos días posteriores a su muerte, y sabía que sus reflexiones difícilmente encontrarían terreno fértil, que eran verdades molestas que sólo serían comprendidas en ámbitos minoritarios. Ahora, en Gerindabai, hemos querido rescatarlas del olvido porque son una lección magistral. Hasta siempre y muchas gracias, Javier. (klik egin-ver más)