
El 3 de agosto de 1936 fueron traídos en un camión al término del «Paracoches» ocho vecinos de Miranda, secuestrados por los golpistas y asesinados en la noche. Casi siempre había junto a los verdugos un cura de la Cruzada por Dios y por España que se ofrecía a administrarles el sacramento del la confesión y llevaba la cuenta de los republicanos de izquierda, anarquistas, socialistas, comunistas, o nacionalistas vascos que se arrepentían en el último momento de sus «muchos pecados políticos», entre ellos reivindicar el reparto de tierras de las corralizas usurpadas por los ricos, y así evitar ir a penar eternamente en el fuego del averno después de pasar por el infierno terrenal, el que los matones fascistas habían extendido a sangre y fuego pueblo a pueblo. (klik egin-ver más)
María José Sagasti Lacalle, concejale en funciones de Dicastillo/Deikaztelu y miembro de la Coordinadora Amapola del Camino