
No debe existir ningún caso de peregrinaje, sea de intención religiosa o turístico-cultural, que contribuya tanto a anular al país receptor como la celebración xacobea. No tenemos duda, de que, con otra orientación en el poder político gobernante, sería una oportunidad especial para proyectar cara a nosotros mismos y a los de fuera una realidad histórica, patrimonial, cultural y socio-política adrede escondida. Pero la oportunidad profiláctica se convierte en narcótico, hipnotización y anulación de nuestro colectivo, Galiza. Una palada más, y no menor, que el enterrador oficial echa en la cueva profunda de nuestra desmemoria y de nuestra negación histórica.
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