Aquí es donde a mi padre se le trabó lo de ser campanero. Admitía que las campanas grandes podían romper las malas nubes pero el temor a las tormentas, que también eran cosa de Dios, era mayor que su creencia en toques y campanas.
Así que cuando empezó de sacristán, se le ponían los pelos de punta sabiendo que llegaría el día en que debería tocar a “nublau”. Solo la idea de tener que subir al campanario en medio de una tormenta lo paralizaba de terror.
Llegó el verano y los primeros truenos. La excusa, a puro de rumiarla durante meses, resultó fácil: El toque de téntere nublo era un toque de servicio público. Por lo tanto -según mi padre- debería ser sufragado por el ayuntamiento. (klik egin-ver más)
Blog de Mikel Burgui
El téntere tiene letra. Esto es lo que aprendí de pequeño en Tudela:
ResponderEliminarTentere nublo
Tente tú
Los angeles
Van por tú
Si eres agua
Ven aquí.
Si eres piedra
Vete allí