Todo comenzó, en apariencia, en el estado Táchira. El 6 de febrero, al término de una manifestación teóricamente convocada para protestar “contra la inseguridad”, un grupo de alrededor de ochenta estudiantes intentaron incendiar la entrada de la residencia del gobernador, tumbando el portal y tomando violentamente el inmueble, con un saldo de once heridos, de los cuales nueve fueron policías. En los días siguientes, reclamando la liberación de las personas arrestadas durante estos desórdenes, otras manifestaciones se desarrollaron en el estado Mérida, desembocando todas en actos de violencia y en nuevas detenciones. (klik egin-ver más)
Maurice Lemoine, en Le Monde Diplomatique
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