Benjamín Salinas es un activo importante de Orisoain, un municipio que no llega a 100 habitantes. Un “kiliki”, por aquello de su cabezonería en llevar a la práctica actividades relacionadas con el ocio y la risa y agitar de vez en cuando la quietud de la que gozan los pueblos pequeños. Su trabajo como operador logístico en Imarcoain, no le produce las satisfacciones personales que le brinda su alma creativa porque siempre está maquinando para disfrute de toda su comunidad y la de los alrededores. Ayer fueron unos gigantes, hoy es un belén o un torico de agua y mañana serán las cenas temáticas. Cualquier idea que se le ocurre, mayormente de noche, la pone rápidamente en práctica después de consultar con sus más fieles cómplices. Eso sí, sus inventos siempre se fabrican en secreto, para jugar con el factor sorpresa. (klik egin-ver más)
La Voz de la Merindad
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