Por julio del año 1937, en plena Guerra Civil, Pere Bosch Gimpera pronunció en la Universitat de València un lúcido discurso sobre la necesidad de revisar el concepto de España, dado que la persistencia de su versión más ortodoxa había sido un factor de graves tensiones políticas. Hacía falta, según Bosch, hacer una modificación sustancial de la historia y de la idea de España y aceptar la existencia de un conjunto de pueblos variados que las superestructuras políticas siempre habían escondido.
Bosch era historiador y político y conocía perfectamente que la idea de nación era un producto intelectual creado con la pretensión de cohesionar sentimientos identitarios y proyectos de futuro que necesitaba de un discurso histórico para justificarse y arraigar. Y sabía que, en el caso español, se había construido una historia ortodoxa de matriz castellana que primero quiso ignorar la existencia de pueblos con personalidad propia, y después, cuando algunos de ellos pretendieron “cristalizar políticamente”, se negó a aceptarlos. (klik egin-ver más)
Borja de Riquer, en La Vanguardia
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