Asociar mentalmente el entorno roncalés y la montaña nos lleva casi siempre a la imagen del valle de Belagua y los gigantes que lo rodean. Pero sin llegar hasta allí, Erronkari encierra otros secretos en sus sierras prepirenaicas.
El macizo de Atuzkarratz está constituido por una serie de montañas cubiertas de frondosos bosques en su base y de encantadores pastizales en sus amplias cimas. Su punto culminante es Kakueta (1.583 m) y allí nos encaminamos el 19 de mayo pasado. Muchísimo más conocidas son las gargantas zuberotarras de Kakueta, nada lejos de allí, pero en esta ocasión nos referimos al monte Kakueta, también denominado Peñablanca.
Entrando a Izaba desde el sur, nos encontramos con el puente sobre el Ezka, poco antes de las piscinas. De ahí arranca una ruta señalizada con unos paneles por la que en pocos minutos nos situamos frente a los imponentes muros del santuario de la Virgen de Idoia, que muchos insisten en escribir Idoya y no pocos pronuncian Idolla. La densidad del arbolado hace difícil captar la belleza del lugar. Tras cruzar un par de vallas, comenzamos una trabajosa subida por un bosque mixto siguiendo unas señales muy profusas del GR-11 en tramo entre Izaba y Otsagabia. A partir del collado de Belozkarre comienza el pastizal jalonado por momentos por relieves kársticos. Cruzaremos la pista de fuerte impacto visual que desde Urzainki atraviesa la sierra para bajar a Zaraitzu. La herbosa y redondeada cima de Kakueta parece cercana pero la subida, sin otra incomodidad que la ausencia de un camino definido, se torna interminable hasta que finalmente llegamos al montón de piedras que indica que estamos en el punto más alto. Si tenemos suerte, podremos gozar de unas extraordinarias vistas en todas las direcciones.
Kakueta es igualmente alcanzable desde Urzainki, partiendo junto a la ermita de San Salvador, desde Bidankoze en orientación N a través del collado de Zotropea, desde Erronkari por una pista que arranca tras recorrer un kilómetro por la carretera de Izaba, y desde Uztarroze.
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