
Han tenido que darse muchas carambolas y coincidencias, casi milagrosas, entre distintas personas y lugares para que 81 años después de aquellos asesinatos los huesos allí enterrados, entre la revuelta de Kaskaxu y el río Arga, vean la luz a la espera de que una próxima extracción aporte datos para la identificación de unos restos por ahora anónimos.
Tras años dormido, el asunto lo reactivó a mediados de este mes de agosto Joseba Gutiérrez Vierge y otra gente del lugar empeñada en poner fin a una historia que pesaba en el pequeño pueblo. Joseba contactó con Luis Miguel Escudero, que en 2008 escribió en la revista Meridad cómo a comienzos de aquel año se trasladó con el pastor desde Olite a Urdaniz, unos 60 kilómetros, para señalar el lugar de la fosa.
El Olitense
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