
Caja Navarra y Cajasol unieron sus destinos en noviembre de 2010, cuando la segunda se incorporó a Banca Cívica. Siete meses después el nuevo grupo se veía obligado a salir a Bolsa para captar capital y apenas 15 meses más tarde era adquirido por CaixaBank a precio de saldo, incapaz de continuar en solitario. El socio sevillano no solo no había aportado solvencia a una entidad ya más débil de lo deseable: había traspasado a las otras tres cajas un balance repleto de créditos incobrables y pérdidas latentes, una plantilla sobredimensionada e ineficiente y sorpresas desagradables, consecuencia de una gestión deficiente, que irían estallando con el paso de los meses. Más de 2.600 millones de euros en pérdidas que hacían prácticamente inviable la fusión
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Juan Ángel Monreal, en Diario de Noticias
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