miércoles, 16 de enero de 2019

Y AL FINAL ESTALLÓ

Escribí hace casi un año -en concreto el 25 de enero de 2018- que cuando en su día Laura Pérez y los otros 3 tránsfugas dieron el golpe de estado interno en el grupo parlamentario de Podemos y Pérez dijo que “creo que tengo un mandato popular respaldado por 46.000 personas” que aquello no era así, que esas 46.000 personas habían votado a una marca y no a personas y más en el caso de Podemos, en el que para el gran público todas ellas y ellos eran desconocidos en mayo de 2015. Ha pasado un año y varios de los que dieron el golpe ya no están en Podemos, pero la reglamentación parlamentaria les permite pretender echar del grupo parlamentario de Podemos a los miembros del grupo de Podemos que sí siguen en Podemos. Kafka fliparía. Ante esta situación, viendo que el tema ya sí les podía estallar en su propia cara y en la del cambio, los hasta ahora diletantes I-E, Geroa Bai y Bildu comenzaron hace nada a interesarse por la anormalidad del asunto y en unos pocos días han comprobado que lo que decían los mal llamados críticos el viernes pasado ya no es lo que decían este martes -y a saber mañana- o que incluso un medio de comunicación que en 4 años no ha publicado una entrevista con la presidenta del Gobierno o con el alcalde de Pamplona -supongo que esto será un hito en la historia del periodismo local mundial- publica colaboraciones de uno de estos tránsfugas, dejando bien clarito a quién le conviene este tema. Hace unos días, un lector publicaba aquí una carta en la que pedía al grupo de tránsfugas que dejara el grupo parlamentario y que solo los votantes tenían y tienen en su mano castigar a Podemos si consideraban que no se había cumplido su programa, pero no parece que sea la intención de quienes se sienten ungidos con cualidades épicas que no poseen el resto de los mortales y si enganchan la pasta bloqueada al grupo parlamentario se montan su partido político.
Jorge Nagore, en Diario de Noticias

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