Un par de gallinas picotean en medio del pasto del prado que alguna vez precedió la arquitectura neoclásica del Palacio de Gobierno de Haití, que se levantaba con sus columnas y cúpulas blancas al fondo. El 12 de enero de 2010, faltando unos minutos para las cinco de la tarde, un sismo de 7.3 grados sacudió la tierra y las cúpulas se desfondaron, al mismo tiempo que cientos de miles de casas y edificios de esta ciudad capital, Leogane, Jacmel y otras localidades.
Después de 35 segundos eternos, cuando cesó el estruendo y se disipó la polvareda, de las calles deshechas emergió un drama que a la fecha no se ha descrito en toda su magnitud.
A 10 años de esa catástrofe infernal, en la que murieron 316.000 personas (cifras oficiales), el espacio que ocupaba la sede del gobierno haitiano sigue vacío, con una solitaria bandera. Al frente, otro vacío, la plaza Campo Marte, que hace 10 años llegó a albergar una atestada ciudad de carpas con miles de damnificados, hoy fuertemente vigilada por la policía nacional que intenta mantener a raya las incesantes oleadas de protesta de una nación en crisis. (klik egin-ver más)
La Jornada
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