Si un tal Javier Esparza hubiera estado donde hoy está la canciller alemana Angela Merkel, en estos momentos habría en el estado federado de Turingia un gobierno apoyado por la extrema derecha. Como no es Esparza sino una tal Merkel la que gobierna Alemania, los herederos del nazismo continuarán sin rascar bolo en la República Federal, a pesar de que la decisión esté costando una crisis dentro del propio partido de la presidenta, la demócrata-cristiana CDU. Mientras, a 1.500 kilómetros en línea recta, UPN y el resto de los partidos de Navarra Suma no dudaban en ir del brazo de Vox para exigir que no se cumpla una de las previsiones del Amejoramiento, que no es otra que la asunción por parte de Navarra de las competencias de Tráfico y la consiguiente sustitución de la Guardia Civil por la Policía Foral en nuestras carreteras. 500 personas dicen que había el mediodía del sábado en la concentración de Merindades. A mí, que en alguna manifestación he estado, no me parecieron tantas, a pesar de la profusión de banderas –casi a una por cabeza– y de la pasión cuartelera que ponía el del bombo. Esparza no apareció, pero mandó a Sayas y a García Adanero. Ni uno ni otro pudieron hacer sombra a García Smith, el del subfusil, más en su salsa patriótica que nunca. "Yo soy español, español, español?", cantaban, mientras lanzaban proclamas contra la "expulsión" de la Guardia Civil de Navarra. Los socialistas contraatacaban ayer por mediación del delegado del Gobierno central, José Luis Arasti. No es que la Benemérita no vaya a perder uno solo de sus efectivos en la Comunidad Foral, es que va a aumentar su plantilla en 200 más. Toma del frasco, Carrasco. El delegado no aclaraba en qué van a emplear todo ese gentío. Sólo que "a tareas de seguridad", en la provincia más segura y con más policía del Estado. Nos acabarán tocando a uno por cabeza, como rojigualdas en la concentración del sábado. Qué cruz.
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
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