Llama poderosamente la atención la frecuencia con la que se pregunta: "de quién es la culpa". Como si adjudicarla nos devolviera a la vida a los muertos y el sosiego a los angustiados. Hay problemas a los que la ciencia no ha encontrado aún solución, cosa que no logran comprender en particular quienes más la desprecian. Y este caso no puede atribuirse, como otros, tanto a negligencias como a contexto. Una pandemia se ve sin duda afectada por el escenario de precariedad preexistente o por decisiones más o menos acertadas. Y ésas son las varitas mágicas: ciencia, medios y acierto. Y si no se entiende es porque previamente se ha hecho una concienzuda labor de infantilización de la sociedad a través de la banalidad.
La culpa. Pablo Casado se ha lanzado a tumba abierta –tan apropiado el tópico- a desestabilizar al Gobierno. Tarea particularmente deleznable en un momento así. Imagínenlo con sus carreras y másters exprés dirigiendo la pandemia. No hace falta imaginarlo: lo dice. No apoyará los nuevos decretos del estado de alarma si no se modifican de forma que el coste no recaiga en la empresas. Los decretos del Gobierno van dirigidos por el contrario a aliviar el peso de los asalariados y colectivos más vulnerables. (klik egin-ver más)
Rosa María Artal, en eldiario.es
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