A la hora de publicarse estas líneas, el de Navarra será el único tribunal superior de justicia del Estado sin pronunciarse todavía sobre las medidas adoptadas por su respectivo gobierno autónomo con relación a la pandemia. Todos los demás ya lo habían hecho para el fin de semana pasado, antes de las 00.00 horas del domingo, cuando decaía el estado de alarma. Los jueces y juezas navarras han decidido tomárselo con más calma –¿a quién le apetece currar un viernes?, ¿y un lunes?, de forma que, aunque hoy martes acaben tirando el toque de queda nocturno que quiere mantener el Gobierno de Navarra, habrán ganado una noche de sábado a la causa de la salud pública. Si efectivamente era esa su intención, bienvenida sea su pachorra. Pamplona se ha librado de los macrobotellones de la madrugada del domingo de ciudades como Madrid, Barcelona o Bilbao. Probablemente, no será así el próximo fin de semana. Que nadie se escandalice por ello, y menos los cargos públicos. La ciudadanía está comprensiblemente harta. Una gran parte de la población va a recibir con aplausos todo lo que suponga recuperar los espacios y la libertad de obrar y moverse anterior a la pandemia. Se entiende menos el agotamiento que se desprende de la decisión de Sánchez de poner fin al estado de alarma. Los ciudadanos tienen derecho a cansarse, los políticos no. Se ha aprendido muy poco de la desescalada del pasado año. El mantenimiento de medidas que salvan vidas no puede depender de su popularidad o del aprovechamiento que de las mismas pueda hacer la oposición. Y si tienes problemas de comunicación, cambia de asesor. Se ha avanzado mucho en la vacunación, pero parece que no lo suficiente para jugárselo todo a esa carta. Gobernar es correr el riesgo de abrasarse por lo que crees que es mejor, no estar pendiente de la última encuesta de opinión.
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
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