sábado, 26 de junio de 2021

LA ÚLTIMA BATALLA CONTRA EL AMIANTO

         Otsanda Tolosa tiene 43 años y la voz firme. Habla con devoción de su padre, Celestino Tolosa, un calderero de la empresa Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF) que falleció hace 13 años a causa del amianto. Cuando recuerda el calvario de su padre se le ensombrece la mirada. Celestino contrajo asbestosis, una enfermedad producida por la inhalación prolongada de polvo de amianto que colapsa los pulmones. Para la familia Tolosa fueron tres décadas de sufrimiento extremo, de noches en vela, de respiraciones exhaustas, de crisis agónicas, de dolor sobre dolor. Todo comenzó en 1980 con unas fiebres que los desconcertados neumólogos de la época tardaron diez años en diagnosticar. “Dijeron que sufría una Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) pero siguió trabajando hasta que en 1999 le reconocieron la incapacidad permanente por insuficiencia respiratoria crónica”, rememora. La vida continuó con sobresaltos, rumbo a peor. Lejos de arredrarse ante la amarga realidad,  Celestino se enfrentó a la adversidad con la valentía de un gladiador cercado. En 2006 aceptó la última propuesta de salvación: someterse a un trasplante bipulmonar en el Hospital Valdecilla de Santander a sabiendas de las dificultades que le auguraban. El 6 de mayo de 2008 murió. Otsanda aún parece decirlo con dolor en los labios. Sin embargo, su padre dejó a la ciencia un legado extraordinario, sus pulmones enfermos, una prueba de cargo contra quienes se ofuscaron en ocultar la envenenada verdad del amianto durante décadas. (klik egin-ver más)

Gorka Castillo, en CTXT

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