
La vida es un derecho, de ninguna manera una obligación. Y si se convierte en tormento, si los recursos de la medicina no constituyen ya ninguna terapia porque no consiguen más que mantener una situación injusta, cruel y absurda, no hay ley humana digna que pueda coartar el derecho del afectado y de los que le quieren a poner fin a esa situación. Porque es algo que ni siquiera choca con la moral cristiana, sino con la hipocresía de la jerarquía vaticana que ocultan que Juan Pablo II cuando vio que le llegaba su hora se negó a ingresar en ninguna clínica en la que le alargasen inútilmente unos cuantos días la vida.
Praxku
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