Tres semanas han pasado desde las elecciones, cada una con su afán. La primera, dilucidar quien podía reclamar la victoria, si el partido más votado o el que podía sumar los 38. La segunda, el descarte de la opción PNV-PSE. La tercera, el precio del PP. Resuelto el quién (López), casi por completo el cómo (con el PP sí o sí), se ha puesto en marcha el cuándo con la acreditación de los 25 parlamentarios que inicia el proceso de la investidura.Y en estas estábamos, dispuestos a irnos de puente a la espera de saber si habrá acuerdo PSE-PP por escrito o sólo verbal, de compromisos o sólo de intenciones, cuando la izquierda abertzale histórica, muda desde el 1-M, ha dado señales de vida.
Que iba a dejarse oír estaba cantado. Encauzada la alternancia, el debate viraba ya hacia el escenario post-investidura, con un doble dilema: el de un Gobierno-López con propósito transversal y apariencia frentista, y el de un PNV entre el interés propio como oposición y su responsabilidad hacia el país como fuerza política mayoritaria. En este contexto, Otegi comparece para reubicar la atención en la cuestión de fondo. (klik egin-ver más)
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