
La continua labor destructura de la escuela, la emigración a América y sobre todo la guerra civil, además de otras circunstancias geográficas y socioculturales lo hicieron perecer. Hubo personas que se esforzaron por que no sucediese, aunque ya era demasiado tarde. El escritor e historiador izabarre Bernardo Estornés, el cura de Carcastillo Marcelino Garde, que publicó algunas poesías en roncalés en el Pensamiento Navarro, Amadeo Marco y la institución Príncipe de Viana, la misma Junta del Valle, y otros fueron capaces de crear en los sesenta tardíos un movimiento de recuperación, del que tenemos un testimonio en este grupo de niños que estudiaban el uskara roncalés en 1969, posando ante el mausoleo de Julián Gayarre.
Hoy en día se estudia el batua. El que tal vez fue el más hermoso de nuestros dialectos desapareció de la transmisión, pero no de los corazones de los roncaleses, como se comprobará una vez más el próximo sábado. Será una fiesta de recuerdo y de esperanza.
Praxku
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